Un ejercito de 300.000 buscadores de fortuna se ha trasladado a la selva, para ganarse la vida removiendo la tierra, la cual guarda la mayor reserva de metales preciosos de Venezuela.

Con picos y palas, estos “mineros artesanales” ayudan a financiar al régimen de Nicolás Maduro, que desde 2016 ha comprado 17 toneladas de oro, valoradas en 650 millones de dólares, según los datos más recientes del Banco Central de Venezuela (BCV) a mayo, aunque ellos reciban su pago en moneda local.

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El camino que sigue el oro, va desde estas minas, hasta las bóvedas del Banco Central de Venezuela, en Caracas, para mas tarde ser enviado a refinerías en el extranjero a cambio de alimentos, esto, según mas de 30 personas que conocen o están involucradas en la operación, incluidos mineros, intermediarios, comerciantes, investigadores, diplomáticos y funcionarios. Casi todas las fuentes pidieron hablar bajo anonimato porque no están autorizadas a hablar sobre este tema, o por temor a represalias.

Maduro también se apoya en la ayuda del presidente turco, Tayyip Erdogan. Venezuela le vende la mayoría del oro a refinerías turcas y luego utiliza parte de los ingresos para comprar bienes de consumo masivo, según relatan personas con conocimiento directo de esas negociaciones. De hecho, los paquetes de pasta turca y leche en polvo son los que hacen parte de las cajas de alimentos que distribuye Maduro en su programa de subsidios. El comercio entre ambas naciones se multiplicó ocho veces el año pasado.

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