Mis queridos lectores, tanto esperar y esperar para terminar recibiendo un anuncio que bien puede llamarse gatopardiano, es decir, “todo debe cambiar para que permanezca igual”. Mantener el dólar para alimentos y medicinas en Bs. 6,30 e inicialmente los anteriormente Sicad 1 y Sicad 2 fusionados en Bs.12 es lo mismo que teníamos antes. El tercer mecanismo de libre oferta y demanda es la legalización del dólar paralelo o negro que tan vilipendiado ha sido desde hace tiempo.

¿“Un nuevo régimen cambiario” o un cambio al estilo gatopardo?

Un país que va a recibir la mitad de ingresos por la venta del petróleo este año que lo que recibió en el pasado, va a mantener un dólar ridículamente sobrevaluado. Cualquiera persona sensata se preguntará por las razones para un acto tan descabellado económicamente. La única razón que se puede encontrar para tal dislate la debemos buscar no en el campo económico sino en el político. Llevar los alimentos y las medicinas a un dólar de Bs. 12 o Bs. 25, o el que sea, significaría una explosión de la inflación por encima de un 100%, es decir, una hiperinflación. Por supuesto, una hiperinflación no gana votos y como estamos en un año electoral con un gobierno con una popularidad muy baja, es razonable pensar en una pérdida de poder político al menos en una rama del Estado, el poder legislativo.

Por lo tanto, este nuevo sistema cambiario no responde a un motivo centrado en buscar una solución a la crisis económica, sino tratar de frenar un descalabro político.

El Sicad unificado queda en Bs. 12 para los viajeros y el cupo electrónico, pero con la posibilidad abierta y una alta probabilidad que vaya a subir en la medida que la escasez de dólares se empiece a sentir en el futuro cercano.

Con respecto al mecanismo de mercado abierto que legalice el dólar paralelo, es muy difícil que el mismo vaya a poder bajar la cotización del paralelo. La única manera de que esto ocurriera es que hubiera una oferta constante y sostenida de dólares lo que se ve altamente improbable. Aquí debemos recordar que con respecto al Sicad 2, se dijo que se fulminaría el dólar paralelo, como todos sabemos, no se fulminó nada, excepto la credibilidad del gobierno, y el paralelo se disparó hasta los niveles actuales que ronda los Bs. 200. Es pecar de mucha ingenuidad creer que los privados van a traer sus dólares del exterior para cambiarlos en ese mercado libre. En Venezuela nadie quiere tener bolívares, NADIE.

Se ha señalado que este es un sistema cambiario que está destinado a favorecer la producción nacional y la sustitución de importaciones, si esto no ha ocurrido antes, por qué vamos a pensar que ocurrirá ahora. Además, de ser un contrasentido económico, cualquier economista sabe que dejar anclado el valor de la moneda y tenerla sobrevaluada, implica que los productos nacionales se encarecen y pierden competitividad frente a los extranjeros. De esta manera, exportar se convierte en una misión imposible y siempre será más barato importar.

Creo que el señor Aristóbulo Istúriz tiene toda la razón al visualizar el mantenimiento del control cambiario como un mecanismo para mantener el poder político, a través de una política clientelar y populista.

El mantener una cotización del dólar artificial aunada a una pérdida del 50% de los ingresos petroleros nos lleva a pensar que la cantidad de dólares que se va a entregar a Bs. 6,30 será muy inferior al del año pasado, lo que dará como consecuencia una escasez muchísimo peor que la que se sufrió en 2014.

Lamentablemente, no soy muy optimista, y no creo que Dios proveerá, por lo menos, en el corto plazo, y en el largo plazo, solo lo hará en la medida que se tomen las medidas económicas correctas, es decir, solo veremos luz si aplicamos lo de ayúdate que Dios te ayudará. Y para más remate se murió Chespirito y nadie nos puede ayudar, y también Zapata, así que ni siquiera podemos apelar al humor, que en este caso sería negro.

Por: Hernán Luis Torres Núñez
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