La celebración patriótica en el vecino país estuvo marcada por una jornada de violencia, que dejó un total de 12 personas heridos en la Asamblea Nacional.
Nicolás Maduro desfilaba por el tradicional Paseo de los Próceres, en el Fuerte Tiuna, en Caracas. Parecía una celebración más del Día de la Independencia de Venezuela con el chavismo al mando. Van 18 años de festejo de la Revolución Bolivariana.
Pero no era un día festivo más. Mientras Maduro desfilaba, cerca de un centenar de personas, algunas encapuchadas y vestidas de rojo, el color de la revolución, tumbaban las puertas del Palacio Legislativo. Llevaban palos, piedras y cuchillos, según informaron periodistas a la agencia AFP.
Julio Borges, presidente de la Asamblea, de mayoría opositora, reportó en Twitter que en el “ataque” resultaron heridos los diputados opositores Armando Armas, Américo de Grazia, Nora Bracho, Luis Carlos Padilla y Leonardo Regnault. Según Juan Guaidó, diputado opositor quien también estuvo presente, Grazia sufrió convulsiones y quedó inconsciente tras ser golpeado con barras de acero. Tres de los heridos tenían cortes en la cabeza. Los últimos reportes de la prensa local anunciaban que en total 12 personas resultaron heridas y está por confirmarse su identidad y estado de salud.
Una vez por fuera de la Asamblea, 80 de los atacantes se quedaron frente al edificio, gritando consignas a favor de Maduro. Sus arengas estaban acompañadas por música a todo volumen que sonaba a través de los bafles de un camión.
Mientras tanto, en Quinta Crespo, un barrio ubicado a pocas cuadras de la Asamblea, el diario El Nacional reportó que funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) reprimían con gases lacrimógenos a manifestantes de la oposición que, según reportaron algunos vecinos del lugar en Twitter, protestaban pacíficamente contra “la represión del Estado” y el gobierno de Maduro. El periódico local denunció que en Quinta Crespo había presencia de colectivos armados, que, según el diario, trabajan mancomunadamente con la policía. Al final de la noche, un módulo de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) fue incendiado por manifestantes en este barrio. En San Martín, al oeste de Caracas también fue incendiada una patrulla de la policía.
La cuenta oficial de la Asamblea Nacional en Twitter aseguró que varias de las personas que asediaban el Parlamento estaban armadas, impidiendo la salida de los funcionarios. Entrada la noche, y después de 8 horas de encierro, las autoridades evacuaron más de 300 empleados del Parlamento, diputados y periodistas que permanecían encerrados en el edificio, en medio de los gritos de simpatizantes del oficialismo.
Oswaldo Rivero, conocido por ser conductor de un programa en Venezolana de Televisión, fue identificado por la prensa como la cabeza del ataque. Rivero grabó un video que fue difundido a través de las redes sociales y los medios. “Aquí estamos. Aquí no hay encapuchados. Estamos asumiendo la responsabilidad de lo que estamos haciendo (…) A nosotros no nos está mandando nadie”, dijo. Además, ratificó su interés de permanecer a las afueras del Parlamento e invitó a todos aquellos que quisieran unirse a la lucha contra quienes les están “robando la comida”. Para Rivero, los culpables de la escasez en Venezuela son los diputados opositores, a quienes el Gobierno siempre ha culpado de una guerra económica.
Por su parte, para Borges los atacantes no eran ciudadanos del común. De hecho, culpó del ataque a los denominados “colectivos”, grupos de civiles que según la oposición son armados por el Gobierno. En varias ocasiones los han calificado como paramilitares y han presentado denuncias sobre la intimidación violenta que generan en zonas de mayoría opositora. De acuerdo con las denuncias de la oposición, su misión es ser un brazo armado del Gobierno y generar terror.
La invitación a la trifulca la realizó el vicepresidente del país, Tareck el Aissami, quien lideró un acto junto a Vladimir Padrino, ministro de Defensa. Antes de los disturbios irrumpió sorpresivamente en el Parlamento para decir que llamaba a los excluidos “por el modelo capitalista y por esta clase política apátrida a asistir al Parlamento”, un espacio que, según él, está cooptado por la oligarquía.
Cuando Leopoldo López, líder opositor, fue detenido en 2014, las autoridades lo hicieron por declaraciones similares a las de El Aissami. En su momento, la justicia le imputó cargos por “incitar a crear disturbios y terrorismo” a través de medios de comunicación y redes sociales. Según el gobierno, sus palabras fueron las responsables de una manifestación masiva convocada por la oposición el 12 de febrero de ese año, cuando resultaron tres personas muertas.
Ante lo sucedido en la Asamblea, Maduro manifestó que condenaba los hechos. “No voy a ser nunca cómplice de ningún acto de violencia”, dijo el mandatario.
Sin embargo, cuesta creerle. “En Venezuela el aparato de justicia es usado de manera discrecional”, explica Ronal Rodríguez, profesor investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario. “Eso significa que no se hace justicia en favor de las normas, sino en favor de la tendencia gobernante”. En otras palabras, ancho para unos, angosto para otros.
La Cancillería colombiana emitió un comunicado en el que condenaba los hechos registrados en la Asamblea Nacional. “El Gobierno de Colombia hace un llamado al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y a sus autoridades para que garanticen la seguridad de los miembros de los poderes públicos y se respete su autonomía, establecida en la Constitución de ese país”.
Con las protestas de hoy, se cumplen 96 días de manifestaciones ininterrumpidas. Los disturbios empezaron tres meses atrás, cuando el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se impuso sobre la Asamblea legislativa, poniendo en peligro el equilibrio de poderes, vital para una democracia.
Según la agencia AFP, las manifestaciones han cobrado 91 muertos, sobre todo estudiantes, menores de 25 años, lo que da una cuenta de casi un muerto por día. Los venezolanos, hoy más que nunca, en plena conmemoración de la Independencia de su país, dicen que en Venezuela hay una dictadura.
[Vía: El Espectador]
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