Aunque muchos venezolanos de clase media ya intentan proteger sus ahorros de la hiperinflación comprando dólares estadounidenses e incluso pepitas de oro, tener los ahorros en criptomonedas ofrece una solución para almacenar riqueza que podría ser más segura físicamente que acumular efectivo o metales preciosos en un país con una alta tasa de criminalidad. Las plataformas en internet que permiten a los venezolanos comprar y guardar dólares estadounidenses ofrecen un servicio similar.
Sin embargo, acumular criptomonedas supone un riesgo financiero mayor que tener dólares estadounidenses debido a las bruscas variaciones de valor de algunos activos, como bitcoin. Pero en Venezuela, donde el bolívar ha perdido dos tercios de su valor este año, algunos vendedores están dispuestos a probar suerte con esta tecnología.
En Barquisimeto, Leticia Luque, una comerciante informal, empezó a aceptar pagos en criptomoneda hace dos meses a petición de una trabajadora social que colabora con el programa de transferencias directas de GiveCrypto. La tecnología, señaló, la ha ayudado a ganar tiempo para regatear por precios mejores con sus proveedores y planificar qué comprará a continuación.
“Antes los bolívares se me devaluaban y vivíamos apurados para comprar mercancía”, dijo Luque, cuyo marido viaja cada semana a Colombia para aprovisionarse de alimentos envasados y productos básicos, que la pareja revende en su casa. “Ahora trabajamos con más calma porque sabemos que nuestro dinero está más protegido”.
El experimento en Barquisimeto fue la primera etapa de un esfuerzo mayor para fomentar el uso de la criptomoneda en Venezuela, dijo Waltman, utilizando monedas “estables” que fluctúan menos que el bitcoin.
AirTM, una plataforma de cambio de divisas con sede en Ciudad de México, ha lanzado una iniciativa similar que tiene previsto donar pequeñas cantidades de criptomonedas a 100.000 personas en Venezuela este verano. Por ahora ha reunido 300.000 dólares de donaciones y aspira a alcanzar un millón de dólares.
El pago puntual de 10 dólares por persona como máximo solo será un alivio puntual. Pero el objetivo es también fomentar el uso de la plataforma entre los venezolanos.
“Queremos mostrar a los venezolanos cómo tener dinero fuera de su moneda local”, explicó Joshua Kliot, cofundador de la organización. “El mayor impacto que podría tener esto es que el país se pasara a la criptomoneda”.
Venezuela no es el único país donde las organizaciones sin fines de lucro intentan ayudar a personas vulnerables introduciéndolas a las plataformas de monedas digitales. En Europa, la agencia humanitaria Bitnation ha permitido que cientos de refugiados sin cuentas bancarias reciban donaciones directas a través de cuentas de bitcoin. En Jordania, el Programa Mundial de Alimentos suministra ayuda a 100.000 refugiados sirios creando cuentas de moneda digital para cada beneficiario, utilizando tecnología blockchain y monedas oficiales. Para pagar, los refugiados solo tienen que identificarse con un escáner de su iris en los comercios que participan.
Paul Lamb, un consultor de gestión de organizaciones sin fines de lucro, dijo que la idea de distribuir fondos directamente a los necesitados es cada vez más popular entre grupos humanitarios porque en algunos lugares es más barato que organizar la logística necesaria para entregar físicamente los alimentos o medicamentos. Por lo general, estas transferencias de dinero se hacen a través de tarjetas de débito en la moneda local. Pero los grupos humanitarios también empiezan a tener en cuenta las criptomonedas.
“La criptomoneda es más difícil de robar”, comentó Hugh Aprile, director en Colombia de Mercy Corps, una organización sin fines de lucro que ha dado tarjetas de débito a 7.000 refugiados venezolanos. “Y en situaciones donde tienes una alta inflación, puede garantizar la estabilidad de los fondos transferidos”.
Sin embargo, los programas que distribuyen criptomonedas también afrontan varios desafíos.
En Venezuela, los apagones como el que hace poco dejó a buena parte del país sin luz durante días también interrumpen la conexión a internet necesaria para utilizar criptomonedas. Y cuando hay electricidad, muchos tienen conexiones inestables.
Además, un sistema monetario muy controlado que castiga los delitos financieros con penas de cárcel también ha disuadido a algunos comerciantes de aceptar criptomoneda.
“Si eres un comerciante pequeño y tienes un anuncio que dice que aceptas cripto o moneda extranjera, te arriesgas a que te inspeccionen”, señaló Randy Brito, fundador de Bitcoin Venezuela, un grupo que educa sobre la criptomoneda.
La pobreza es otro obstáculo. Ariany Jaimes, trabajadora social que reclutó a participantes del proyecto GiveCrypto en Barquisimeto, dijo que había tenido que dejar a los más necesitados fuera del programa porque no tenían smartphones con sistemas operativos modernos.
“Esto es algo nuevo, no va a ser fácil difundirlo de la noche a la mañana”, dijo Jaimes. “Pero espero que continúen estas ayudas. Nos hacen la vida un poco más fácil”.
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