Con un programa de asistencia financiera a Ecuador aprobado esta semana, el de Argentina del pasado año y la grave crisis económica de Venezuela, el FMI vuelve a implicarse en Latinoamérica tras años de distanciamiento y recelos.
Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, ha abierto la puerta a un programa de asistencia debido a la profunda crisis que atraviesa Venezuela, sin embargo, esta deberá ser solicitada previamente por el gobierno de Caracas. Por ahora, el FMI no ha reconocido como presidente de Venezuela a Juan Guaidó.
“Tendremos un trabajo monumental en nuestras manos, porque Venezuela es un país que no ha abierto sus puertas al FMI en los últimos 15 años”, afirmó Lagarde la pasada semana, sin ofrecer más detalles.
Los analistas consultados cifran la ayuda necesaria para estabilizar la economía de Venezuela en torno a los 65.000 millones de dólares.
“Venezuela va a ser, creo, el mayor lío. Y hemos tenido una historia de grandes líos en Latinoamérica con el FMI. Pero Venezuela probablemente va a ser mucho mayor que cualquiera de los que hayamos vivido en el pasado”.
Remarcó que si bien no ve “a otros países en el corto plazo recurriendo al FMI, porque no tienen problemas externos, sí que hay países que van a sufrir graves problemas fiscales”, entre los que situó a Colombia, Perú y Brasil.
Lo cierto es que tras el fin del boom de los precios de las materias primas de la década pasada, la economía latinoamericana ha perdido impulso y, lo que parece más grave, no ha llevado a aprovechar la ocasión para llevar a cabo las reformas necesarias para lograr un crecimiento más sostenible y equilibrado.
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