“Le pedimos a quienes siguieron a Chávez que se rebelen contra la Constituyente”. Gabriela Ramírez, ex Defensora del Pueblo con el ‘comandante supremo’ y conNicolás Maduro, encabezó una declaración de “chavistas democráticos” contra el proceso abierto por el primer mandatario para atornillarse en el poder. Rodeada y apoyada por dos diputados, Ramírez fue más allá al dar su visto bueno al plebiscito popular planteado por la oposición para el próximo domingo, un paso inédito en 18 años de revolución: “La soberanía popular no puede tener freno. Si quieren salir a manifestarse en esa consulta será un imperativo ético”.
La rebelión de la fiscal general de la República, la guerra abierta contra uno de los generales más queridos en las Fuerzas Armadas y el lento deslave de los chavistas críticos han abierto una grieta dentro de las filas de revolución de alcance desconocido. “El castillo de naipes se está moviendo, con las bases del oficialismo muy desanimadas y en desbandada. Las barreras se están diluyendo”, resume el politólogo Piero Trepiccione, uno de los cerebros de los jesuitas en Venezuela, quien suma varios factores para medir el tamaño de la grieta, desde la resistencia que oponga la fiscal Luisa Ortega hasta la forma en que afloren “los ruidos de sables, que hay muchos”.
Dos variables dentro del chavismo y otra más, “la dimensión de la ingobernabilidad, que va creciendo rápidamente. El miedo se está evaporando y el hambre aumenta”, añade Trepiccione, tras 102 días de protestas y 4.182 manifestaciones políticas y sociales.
El bloque del chavismo crítico ha crecido de forma aritmética desde que el Supremo abriera la ‘caja del Pandora’ revolucionario a finales de marzo. La desafiante jefa del Ministerio Público pasó a encabezar a un grupo de chavistas históricos, muy cercanos a Chávez, que ya habían levantado sus voces a lo largo del mandato de Maduro. Ex ministros tan poderosos como Jorge Giordani (gurú económico del ‘comandante supremo’), Héctor Navarro (responsable de la educación revolucionaria) y Ana Elisa Osorio se acercaron a la corriente crítica de Marea Socialista.
Otros dirigentes de peso se han sumado en estas semanas, comenzando por los dos diputados Germán Ferrer (marido de Ortega) y Eustoquio Martínez, que acompañaron a Ramírez en la rueda de prensa. El segundo dejó claro que “un nuevo movimiento chavista rescatará el proyecto original”.
Varios dirigentes de segundo nivel, como Freddy Arenas, alcalde de San Mateo, también se han sumado a la disidencia. “Deciden lo que quieren, hacen lo que quieren, es un modelo distinto al que enseñó el presidente Chávez”, protestó el alcalde antes de ser expulsado del PSUV por “traidor”.
Una palabra que se repite una y otra vez en las filas del oficialismo. El último fue Diosdado Cabello, jefe militar y radical del chavismo, quien el martes durante un acto como candidato a la Constituyente declaró que “a los traidores no los quiere nadie, no sé cómo pueden dormir pensando que a los que te ayudaron le das una puñalada por la espalda”.
También grietas entre los militares
La traición es una palabra gruesa entre militares. Y el más señalado es Miguel Rodríguez Torres, uno de los héroes del 4-F. Quien fuera jefe de Inteligencia de Chávez tenía pendiente una deuda con Maduro desde que le destituyera al frente del Ministerio de Interior por presiones de los famosos colectivos revolucionarios. Y se le está haciendo pagar con sus críticas. La guerra ya es abierta desde que el’hijo de Chávez’ le acusara de trabajar para la CIA y de estar detrás de las “acciones terroristas” contra el TSJ. Iris Varela, una de las radicales más cercanas a Maduro, también le señaló por varios asesinatos. Ante acusaciones tan graves sorprende que Rodríguez Torres permanezca en libertad.
Junto a él, otros generales de peso en el Ejército, como Cliver Alcalá, Raúl Salazar y, el último de momento, Alexis López Ramírez, quien dimitió del Consejo de Defensa de la Nación en solidaridad con la fiscal rebelde pese a su “amistad” con Maduro. Sus declaraciones, a través de redes sociales, son cada día más agrias para con su amigo: “Constituyente porque sí, pueblo a callarse. Adiós a la democracia”.
La renuncia de Alexis es “sintomática”, sostiene John Magdaleno, cuya tesis principal es que la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente “acelerará la ruptura dentro de la coalición dominante”. Un ‘boomerang’ que se volvería contra el gobierno de Maduro, que pensó que con esta “jugada audaz podría reequilibrar el régimen, pero que quizá conduzca a todo lo contrario”.
Tanto Magdaleno como José Rafael López Padrino, científico y uno de los dirigentes históricos de la izquierda venezolana, temen que Maduro activará su Constituyente a la fuerza, pese a que las encuestas certifican que el 78% está en desacuerdo, que el 86% exige un referéndum consultivo previo, incluidos el 77% de los chavistas y los líderes del chavismo crítico. “Esto da idea de cuan potente es la distancia que separa a este sector de la revolución con el Gobierno”, añade Magdaleno.
Las deserciones continuarán en el seno del oficialismo incluso con la Constituyente instalada, “lo que no significa que consolida al régimen político”, apunta Magdaleno. “Se iniciaría así un período de una gran ingobernabilidad y de desconocimiento internacional”, adelanta López Padrino.
[Vía: El Mundo. Es]
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