Como antesala de una posible suspensión comercial, la sanción económica decretada el pasado viernes por el Gobierno de los Estados Unidos a Venezuela afecta su flujo de caja y limita su margen de acción dentro y fuera del país.
La medida prohibe a cualquier persona o entidad sometida a las leyes estadounidenses realizar operaciones financieras con el vecino país o las empresas vinculadas al Gobierno de Nicolás Maduro.
De esa forma, impide que Citgo, filial en Norteamérica de la petrolera estatal PDVSA (Petróleos de Venezuela), pueda girar dividendos a Caracas.
La compañía fue comprada en dos tramos entre 1986 y 1990 para garantizar su participación de crudos pesados en el mercado de los EE. UU., que es su comprador más importante, pues es la única venta que le genera liquidez.
La capital venezolana le vendió a Washington un promedio 741.000 bpd (barriles por día), es decir, unos 32,2 millones de dólares diarios. Además, después de Canadá y Arabia Saudita, es su tercer proveedor de crudo.
No obstante, Estados Unidos depende mucho menos del petróleo venezolano de lo que este país necesita los dólares americanos.
Así, ante un embargo petrolero al vecino, las reservas estadounidenses pueden suplir a sus refinería por cuatro meses, mientras consiguen sustituto, indicó el economista de la firma Knossos Asset Management de Nueva York, Alejandro Grisanti.
“Dentro de las reservas estratégicas de petróleo (678,9 millones de barriles a mayo de 2017), existe un poco más de 100 millones de barriles con características similares a los de Venezuela”, puntualizó.
Menos importaciones
De otro lado, en el hipotético caso de un embargo comercial, Venezuela también perdería en materia de importaciones desde los Estados Unidos.
Ese país exporta a Venezuela entre 100 mil barriles diarios y los 200 mil en productos y crudo ligero, de acuerdo con estimaciones del investigador de Políticas Públicas de la Universidad Rice, en Houston, Francisco Monaldi.
Agregó que la prohibición de las exportaciones estadounidenses “forzaría a PDVSA a importar productos a mayor costo de Europa y Asia, y afectaría los diluyentes requeridos para exportar entre 200 mil bpd y 300 mil de crudo extra pesado”.
Esto, a su vez, perjudicaría el sistema de refinación y provocaría una mayor caída en la producción de la petrolera estatal. El sobrecosto en la producción de su crudo pesado dejaría de ser rentable, pero en el caso de que lograra mantenerse en pie tendría que buscar a quién venderlo.
“China y la India surgen como potenciales compradores, pero queda la inquietud sobre los costos de envío”, dice el economista venezolano Luis Oliveros (ver Paréntesis).
En este punto, todos los especialistas concuerdan en que Venezuela tendría más inconvenientes al conseguir compradores, pues por ser extrapesado su crudo, requiere de un parque refinador especial.
En Asia hay capacidad para procesarlo, pero tendría que venderlo a un precio por debajo del mercado y sobre todo de su costo de producción.
Todo esto, en últimas, incrementaría los niveles de pobreza y los analistas preven que se profundice la hiperinflación. También incidiría en la presión ciudadana, que ha costado la vida de 157 personas en medio de las protestas de los últimos cuatro meses, y que tiene puesta sus esperanzas en la presión internacional.
[Vía: El Colombiano]
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