Dos decisiones recientes del gobierno venezolano, una que intensifica los controles sobre el comercio informal en la frontera, y otra que restringe los giros en dólares desde Venezuela a sus nacionales residentes en el exterior, muchos avecindados en Cúcuta, nos afectan directamente y requieren la acción del Estado colombiano para neutralizar sus efectos.

Miremos primero el problema de las remesas. Según el Banco de la República, Norte de Santander recibió en 2013 cerca de US187 millones de dólares en remesas, de los que cerca de US131 millones vienen de Venezuela. Mal contados son 262 mil millones de pesos anuales, 21 mil millones mensuales, de los que podríamos descontar 20% del valor en bolívares de los dólares girados para estimar en 17 mil millones de pesos la cantidad de dinero mensual que saldrá de circulación en la economía cucuteña.

Para facilitar estas cuentas muy agregadas y generales, asumamos que los giros correspondientes a Norte de Santander se dirigen al Área Metropolitana de Cúcuta, habitada por 800.000 personas más o menos. El efecto entonces de la restricción de remesas procedentes de Venezuela sería cercano a 20.000 pesos mensuales per cápita. Más o menos 100.000 pesos mensuales por núcleo familiar, lo que me parece una cifra bastante significativa.

El problema de la restricción al comercio de artículos provenientes de Venezuela, si bien beneficia a productores y comercializadores locales de bienes de origen nacional, tiene un doble efecto inflacionario, porque concentra la demanda en productos locales con precios mayores, cuyos comercializadores, al tiempo que ven aumentar su demanda, compiten menos con productos traídos de Venezuela. El efecto en los mercados de medicamentos y productos de la canasta básica puede llegar a ser muy doloroso para los hogares más pobres. Según el DANE, Cúcuta es una de las ciudades con menor inflación, pero eso puede estar a punto de cambiar.

Hay que esperar a ver qué tan severas y qué tan perdurables son las medidas recientemente anunciadas por el gobierno venezolano, pero presiento que su efecto al cabo de un par de meses se sentirá con mucha crudeza en Cúcuta, que sufrirá al mismo tiempo la reducción de la cantidad de dinero circulante debido a la reducción de los giros, con el aumento de la inflación debido a las restricciones al comercio informal en pequeña escala, que sobre todo satisface el consumo de las pequeñas unidades domésticas. En cambio, el contrabando a gran escala que alimenta la criminalidad continuará mientras halla corrupción en las autoridades aduaneras, sobre todo en las de allá.

Como los giros y el comercio minorista de artículos venezolanos nutre sobre todo la economía informal, es difícil establecer con precisión la manera en nos afectarán estas decisiones del gobierno venezolano. Pero la intuición indica que tanto los efectos inflacionarios cómo la menor cantidad de dinero circulante harán mayor daño a los hogares más pobres de la ciudad, que dicho sea de paso, son la mayoría. La Cámara de Comercio, única entidad que tiene un buen observatorio de la economía local, debería examinar con cuidado este asunto.

Post Data: Los congresistas son los interlocutores entre los gobiernos locales, la sociedad civil local y el Gobierno Nacional. Problemas como el que acabamos de tratar, con efectos graves a corto plazo que requieren atención urgente de la Nación, necesitan voceros ante las autoridades nacionales que sean oídos y respetados por el alto gobierno. Por eso, entre otras razones, yo voy a votar por Cristo y por Chacón, de quienes sinceramente pienso que son los mejores candidatos. No dudo en recomendárselos.

Via: pedroduranbarajas.blogspot.com