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La presión internacional frente a Venezuela avanza con mecanismos como la Carta Democrática. Sin embargo, la aprobación de este instrumento no implica una salida directa de Nicolás Maduro de Miraflores.

Este análisis de la analista internacional, Giovanna De Michele, amplía que la Organización de Estados Americanos puede (OEA) podría sancionar al país, porque es signatario del acuerdo, pero eso no llevará a ninguna intervención militar, de otros Gobiernos o invasión de Venezuela.

“De manera indirecta el Estado podría ver limitada las transacciones comerciales pero no por la Carta si no por su postura y omisiones”, agregó durante el foro Perspectivas 2017 del IESA.

Para que ese informe active la Carta Democrática el secretario de la OEA, Luis Almagro,debe convocar una asamblea general en la que al menos 18 países aprueben la moción, según explica.

De aprobarse la Carta, Almagro debe convocar a una segunda asamblea general, para que al menos 24 países determinen la sanción que, entre otras, implica denuncia, De Michele explicó que uno de las aristas que poco se explota con la Carta Democrática es que diferencia entre legitimidad de origen y legitimidad de hecho.

El primero demuestra que la democracia es más que hacer elecciones, que son los procesos se le dan legitimidad a un Gobierno, y la legitimidad de hecho se refiere al desempeño del Gobierno en el poder.

“En ese escenario Venezuela tiene grandísimas dificultades. Ningún Estado forajido puede exhibirse como un Estado democrático“.

Y es que De Michele argumenta que en 2016 Venezuela se consagra como Estado forajido y fallido “que no es capaz de garantizar seguridad, de controlar la inflación y ha fallado en preceptos básicos de la democracia”.

La analista internacional cree que 2017 es la última oportunidad del Gobierno de Nicolás Maduro para rectificar su política internacional.

“Venezuela es percibida como una amenaza a la estabilidad y la seguridad regional. La revolución venezolana fue un producto de exportación, pero ya no lo es y ha demostrado su fracaso. De hecho está generando perturbaciones y amenazas. Por ejemplo la alta tasa de migraciones de venezolanos“, agregó.

Además de los retos nacionales, el ámbito internacional resulta difuso en estos últimos meses, asegura De Michele, pues agregó que hay una recomposición del poder que impide ver un liderazgo claro.

“Hay conflictividad, interdependencia e incertidumbre, con este escenario lo peor que le puede pasar a un Estado es generar desesperación como ocurre con Venezuela”.

[Vía: Efecto Cocuyo]